El administrador y sus administrados: “condenados” a confiar y colaborar por el bien de la comunidad.
En las comunidades de vecinos, la relación entre el administrador de fincas y los propietarios es esencial para el buen funcionamiento del día a día y la resolución de problemas que afectan a todos.
Sin embargo, esta relación no siempre es fluida; a menudo se percibe como una tensión constante, donde el administrador intenta llevar a cabo su labor mientras los propietarios supervisan de cerca o intervienen de manera que puede generar conflictos. La confianza es un factor clave en esta relación, y puede marcar la diferencia entre una comunidad bien gestionada y una llena de problemas.
El papel del administrador en la gestión de la comunidad: más allá de las incidencias.
El administrador de fincas colegiado tiene un rol fundamental en la gestión de la comunidad, encargándose de tareas que abarcan desde la administración de cuentas y la contabilidad hasta la resolución de incidencias, la negociación con proveedores y el cumplimiento de la normativa vigente.
Muchas de sus tareas diarias son invisibles para los propietarios, quienes pueden desconocer las gestiones que se realizan “tras bastidores” hasta que surge un problema tangible, como una avería en el ascensor o una gotera en un apartamento.
Para que esta relación funcione adecuadamente, debe estar basada en la “confianza mutua”.
Los vecinos, por su parte, buscan un servicio ágil y soluciones eficaces para los problemas que puedan surgir, pero también deben comprender que el administrador es un profesional que necesita margen de maniobra para gestionar los recursos de la comunidad sin interferencias constantes para actuar con eficacia, anticiparse a problemas y tomar decisiones que beneficien a todos.
La relación de confianza: un pilar para la comunidad.
Para construir una comunidad que funcione de forma óptima, la confianza entre el administrador y los propietarios es indispensable. Pero no hablamos de una “confianza ciega”. Delegar en el administrador no significa dejar de involucrarse en la gestión de la comunidad, sino confiar en su criterio profesional.
El administrador “colegiado” es un experto que puede gestionar los recursos, resolver incidencias con rapidez y, l
En contrapartida, los propietarios tienen un papel fundamental en la toma de decisiones importantes durante las juntas de la comunidad y, para que esta colaboración funcione, es necesario un equilibrio: los propietarios deben permitir al administrador trabajar con autonomía, y el administrador debe actuar de manera transparente, informando a los vecinos de sus decisiones.
La importancia de la confianza en la gestión diaria.
La confianza en la gestión de la comunidad va más allá de lo visible. Muchas veces, el trabajo del administrador no se percibe hasta que ocurre algún problema. En esas situaciones, es fácil que los vecinos cuestionen la labor del administrador, pero lo ideal es que los propietarios también participen en el proceso de toma de decisiones, confiando en su administrador y dándole el margen necesario para actuar en beneficio de todos.
Y, este tandem, confianza-entendimiento, entre el administrador y los propietarios, genera beneficios tangibles.
Al confiar en el administrador, los vecinos facilitan una gestión más eficiente, ya que como profesional puede actuar con rapidez y eficacia sin la presión constante de interferencias, optimizando recursos, reduciendo costos en reparaciones y teniendo una comunidad mejor organizada, con decisiones que se toman de manera más informada y consensuada.